Ya lo habíamos hablado en alguna ocasión. De manera casi casual, como el que habla de planes tan a largo plazo que aún no profundiza en ellos, casi como de puntillas... Hablamos de adoptar. No recuerdo bien cuándo fue, ni dónde. Lo que es seguro es que estábamos en medio de una conversación con más gente sobre el tema de la paternidad, tener hijos y esas cosas que se van convirtiendo en temas recurrentes con la edad... Lo dije sin darme cuenta, sin pensar: "Yo quiero adoptar, siempre he querido". Pero no fue una frase que hiciera derivar la charla hacia ese terreno, quedó un poco como un comentario más, nada trascendente.
Fue tiempo después cuando mi pareja y yo volvimos a retomar el tema, y le descubrí igual de ilusionado que yo ante la idea. Una idea que empezó a coger una forma e importancia inmensa nada más verbalizarla en alto los dos juntos, y que ya no nos abandonaría: íbamos a comenzar un proceso de adopción internacional. Y no hizo falta hablarlo, ni hubo la más mínima duda por parte de los dos. Ambos teníamos claro que sería en África.
Justo en agosto hará un año que comenzó nuestra aventura.
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