viernes, 11 de octubre de 2013

Estado de buena esperanza

Hay días que no puedo evitar darme cuenta de la de cosas en común que tiene un embarazo adoptivo con uno biológico. Quiero decir... Lejos de todo aquello que los separa, hay un componente muy fuerte que los une. La casualidad. Muchas veces quedarte embarazada es el resultado de una serie de circunstancias que se dan al mismo tiempo. Que ese óvulo pueda llegar a ser fecundado, que ese embrión salga adelante en sus primeros días... tienen que coincidir una serie de factores únicos e imprescindibles para que eso suceda.
Cuando decides adoptar, la incertidumbre se convierte en tu estado permanente. NUNCA, hasta que no vuelves con tu hijo en el avión, como dice mi amiga Ch., puedes estar segura de que ya eres su madre. Aunque lleves sintiéndolo desde que le pensaste por primera vez. Estás a expensas de decisiones políticas, catástrofes naturales, conflictos bélicos, leyes sin corazón. No tienes que guardar reposo físico, pero sí emocional, por el riesgo de aborto.
Tu primera ecografía tarda en llegar a veces muchos muchos años. Pero como en un embarazo, hay momentos que lo sientes tan intensamente que parece que ya lo conoces. Obviamente también hay muchas, pero que muchas diferencias. Ni que decir tiene el tiempo de espera, y sobretodo, el no saber cuándo llegará. Mucha gente prepara con amor el nido, la habitación, la ropita. Pero yo me pregunto,
¿cómo empezar ya a prepararlo? No sé el sexo, ni su edad exacta. De hecho dentro del rango elegido puede haber hasta 3 años completos de diferencia... todo un mundo. A veces una se permite alguna licencia, vencer al razocinio y comprar algo, aunque sean detalles. Cosas que te recuerden que, aunque nadie lo vea, estás embarazadísima. No en cuerpo, pero sí en alma. Y sobretodo, de corazón. Las contracciones duelen a veces hasta llorar.  Porque efectivamente mucha gente no lo puede ver. Cuando cuentas a los demás que vas a adoptar, encuentras reacciones muy diversas. Lo he leído en tantos blogs.. y he podido comprobarlo en nuestra historia. En general son buenas, quienes te quieren se alegran e ilusionan. Pero nunca es lo mismo, no es el efecto que produce una tripita redonda y desbordante. En parte lo entiendo, aunque duela. Lo intangible genera otras sensaciones. Lo que nadie imagina es la intensidad con la que los padres adoptivos vivimos este camino. Este proceso de introspección y reflexión en todos los sentidos. Es una prueba de fuego sin parangón, de muchas muchas cosas.
Pero al igual que en un embarazo, la vida se abre paso, y está conectada a otras vidas. No por la sangre, sino por ese precioso "hilo rojo". Y cuando se unen, nada ni nadie podrá separarlos. Te lo prometo.